domingo, 22 de junio de 2014

¡cuento del día!

Más chiquito que una arbeja, mas grande que una ballena.Graciela Montes.


Había una vez un gato muy grande. Tan grande, pero tan grande, que no pasaba por ninguna puerta. Tan grande, pero tan grande, que cuando estaba enojado y hacía ¡FFFFF! Se volaban todas las hojas de los árboles. Tan grande, pero tan grande, que cuando hacía ¡MIAUUUU! Todos creían que habían llegado los bomberos porque había un incendio.

Y había también un gato muy chiquito. Tan chiquito, pero tan chiquito, que dormía en una latita de paté y, cuando hacía frío, se tapaba con un boleto capicúa. Tan chiquito, pero tan chiquito que, cuando andaba de acá para allá, todos lo confundían con una pelusa. Tan chiquito que, para verlo bien, había que mirarlo con microscopio.

El Gato Grande era muy famoso en el barrio.
Todos los vecinos hablaban de él y lo mimaban mucho.

- ¡Qué gato tan hermoso! - decían.
- ¡Los gatos grandes son hermosísimos! - decían.

El Gato Grande comía mucho. A la mañana bien temprano los vecinos le traían cinco palanganas de leche tibia. Al mediodía le traían una carretilla de hígado con mermelada (que era su comida favorita). A la tardecita le dejaban preparada una bañera de polenta, por si se despertaba con hambre en la mitad de la noche. Cuando los vecinos le traían la comida, el Gato Grande sonreía (porque algunos gatos saben sonreír) y se ponía a ronronear. Cuando el Gato Grande ronroneaba hacía un RRRRRRRRRRR tan fuerte que todos miraban para arriba porque creían que pasaba un helicóptero por el cielo.


El Gato Chiquito, en cambio, no era nada famoso. Nadie hablaba de él en el barrio y nadie lo mimaba ni un poquito. (En realidad, al Gato Chiquito casi nadie lo veía siquiera.)
Al Gato Chiquito nadie le traía comida nunca. Ni a la mañana. Ni al mediodía. Ni a la tardecita.

Claro que el Gato Chiquito comía muy poco. Con dos gotas de leche tenía bastante. Y una aceituna le duraba una semana. (Al Gato Chiquito le encantaban las aceitunas.)
Cuando el Gato Chiquito encontraba una aceituna, aunque nadie lo veía, también sonreía. Y, aunque nadie lo escuchaba, también ronroneaba.

Un día el gato Chiquito salió a dar un paseo. Y caminó y caminó por la calle más larga del barrio. Tip tap tip tap tip tap, caminaba el Gato Chiquito. Y ese mismo día el Gato Grande también quiso salir a dar un paseo. Y caminó y caminó por todas las calles, y también por la calle más larga del barrio. Top tup top tup top tup, caminaba el Gato Grande.

El Gato Chiquito y el Gato Grande caminaron y caminaron. Cada vez que el gato Grande caminaba dos cuadras, el Gato Chiquito terminaba una baldosa. Y cuando el sol estaba bien alto, pero bien alto, el Gato Grande y el Gato Chiquito se encontraron frente a frente. Los dos en la misma vereda de la calle más larga del barrio. El gato Grande hizo ¡FFFFF! Para mostrarle al Gato Chiquito que él era el más fuerte. Hizo ¡FFFFF! Para que el Gato Chiquito lo dejase pasar primero. Pero el Gato Chiquito no se movió de su baldosa. Ni un poquito. Entonces el gato Grande hizo ¡FFFFFFFF! (Fue un ¡FFFFF! muy fuerte.)

Y el Gato Chiquito rodó como una pelusa hasta el cordón de la vereda. Y se cayó en charquito tan hondo pero tan hondo que casi se ahoga. Pero no se ahogó. Nadó hasta la orilla del charco y se trepó de nuevo al cordón. (El Gato Chiquito era chiquito, ¡pero valiente!) Se subió de un salto a un adoquín que había por ahí y él también hizo ¡fffff! (fue un ¡fffff! muy chiquito). El Gato Chiquito hizo ¡fffff! porque él también estaba enojado.

Y ahí se quedaron los dos, frente a frente.

Al Gato Grande, el Gato Chiquito le parecía más chiquito que una arveja. Al Gato Chiquito, el Gato Grande le parecía más grande que una ballena.

Entonces el Gato Grande se enojó muchísimo más. Se enojó como sólo pueden enojarse los gatos grandes.

Estiró una pata y sacó las uñas. (Tenía unas uñas filosas como espadas filosas.) Y ¡zas! Le dio un zarpazo al Gato Chiquito. Pero el Gato Chiquito no tuvo miedo. De un salto se subió a la pata del Gato Grande y le tiró con mucha fuerza de los pelos cortitos que le crecían justo al lado de las uñas filosas. (A los gatos les duele muchísimo cuando les tiran de los pelos cortitos, sobre todo si son los que crecen al lado de las uñas filosas)

Miauuuu - maulló el Gato Grande. 

Y fue un MIAUUUU tan fuerte que trescientos cincuenta y dos vecinos vinieron a ver qué pasaba. Los trescientos cincuenta y dos vecinos se pusieron en ronda a mirar. Todos miraban con ojos redondos, pero nadie entendía nada de nada. Todos veían al Gato Grande, que se revolcaba por el suelo y maullaba y maullaba y maullaba. Pero nadie veía al Gato Chiquito, que estaba bien escondido entre los pelos del Gato Grande. Y corría por el lomo... de la cabeza a la cola... de la cola a la cabeza... y se trepaba a una oreja... y se hamacaba en los bigotes... y le hacía cosquillas en la nariz y... Aaachus - estornudó el Gato Grande.

Y los trescientos cincuenta y dos vecinos que miraban con ojos redondos salieron volando por el aire como barriletes. Todos menos el Gato Chiquito, que estaba bien agarrado del bigote más gordo del Gato Grande y resistió el estornudo.

Los trescientos cincuenta y dos vecinos fueron volviendo, poco a poco. Ya no tenían los ojos redondos. Ahora tenían las cejas fruncidas. Estaban bastante enojados. Se habían dado cuenta de que no le gustaba salir volando por el aire como barriletes. Tampoco les gustaba tener que oír un MIAUUU más fuerte que la sirena de los bomberos. Empezaron a protestar.

- ¡Este gato está demasiado grande! - decían.
- ¡Los gatos tan grandes son muy molestos! - decían.
Y después todos juntos dijeron:
- ¡Ufa!

Y el Gato Grande le dio vergüenza y se puso colorado (porque algunos gatos se ponen colorados). Entonces el Gato Chiquito se bajó de un salto del bigote del Gato Grande y se empezó a pasear por la vereda. Iba y venía. Y daba otro saltito.

- ¡Oia! ¡Un gato chiquito! - dijeron todos.
- ¡Más chiquito que una arveja! - dijeron.
- ¡Los gatos chiquitos son hermosísimos! - dijeron.

Y desde ese día, en el barrio, los gatos famosos son dos: el Gato Grande y el Gato Chiquito. Claro que las cosas cambiaron un poco. 

Los vecinos ya no le dan tanta comida al Gato Grande. Nada más que tres palanganas de leche tibia y media carretilla de hígado con mermelada. Al Gato Chiquito, en cambio, le llevan dos pedacitos de hígado, tres aceitunas y un dedal de leche cada mañana.

Parece ser que ahora el Gato Grande está bastante menos grande. Cuando hace ¡FFFF! Ya no tira más que diez o doce hojas de los árboles. Y parece que el Gato Chiquito está empezando a crecer.

Me dijeron que últimamente ya no entra en la latita de paté; se va a tener que mudar a una lata de duraznos en almíbar. (Lo que no sé es si querrá regalarme el boleto capicúa cuando ya no lo use más de frazada.)

viernes, 20 de junio de 2014

¡Cuento del día!

Tecito de lágrimas de dragón
Alberto Pez


AAATCHÍS!! AAATCHÍS!! El abuelo de Manu tenía un resfrío incurable… a menos que tomara un tecito de lágrimas de dragón.
—Conseguirlas es cosa difícil pero no imposible -le había dicho a Manu la bruja Maizena.
—Levántese el viernes por la mañana y practique cara de enojado frente al espejo del baño.
—Báñese, vístase, péinese, tome la leche, salga al patio y señale al cielo con una espada de madera (de cajón de manzana) untada en manteca… recite la fórmula mágica:
“SINSALAMINPICADOFINOHABRACABRAS” y espere a que baje el dragón.
—Entonces le apunta a la nariz y lo mira con la cara de enojado que practicó en el baño.
—Después, lo obliga a escuchar una historia muy triste para que llore, y ya está…
—Junta las lágrimas en un balde… y le da tecitos a su abuelo. Eso es todo, deme dos pesos por la consulta.
Maizena era la bruja más respetada del lugar, por lo que Manu pagó gustoso los dos pesitos.
Manu hizo tal como le había dicho Maizena. Hacía un poquito de frío. Nubes gordas como almohadas flotaban en el aire. En las horas siguientes, pasaron volando: un tucán antipático de la India, tres aviones, un golfista pelirrojo de Escocia… y un cartel de propaganda con la modelo más linda del universo. Pero nada de dragones.
Manu ya estaba pensando en buscar a la bruja Maizena para darle otro uso a la espada, cuando de repente apareció.
— ¡Me encanta que me amenacen con esas tonterías! -le dijo a Manu el dragón más feo que jamás haya visto. A ver niñito (rugió con aliento de chimenea), cuénteme esas historias tan tristes que seguramente tiene preparadas, pero le adviento que si empiezan a aburrirme, le voy a tirar una bocanada de fuego tan grande que va a quedar como un pollo a la parilla.
Sin perder tiempo, Manu siguió los consejos de la bruja y empezó a contar las trágicas historias de la familia del gordo Benito, que habían conmocionado a todo el vecindario.
De cuando el gordo Benito le partió la patineta a Tomy.
De cuando el hermano del gordo Benito le aplastó la bicicleta a Nati.
De cuando el padre del gordo Benito le pasó por encima a Gatti.
Y de cuando el abuelo del gordo Benito, vestido de Papá Noel, le rompió las chimeneas a todo el barrio.
El dragón se agarraba la panza y rebotaba de aquí para allá como una pelota de risa.
— ¡Qué historias tan tontas! ¡UHO JUO JOH JOH JOH!
— ¡Qué bruja tan inútil! ¡JAH JUA JARAJAJA!
— ¡Qué niño tan ingenuo! ¡JEH JEH JEREJEJE! -decía y se retorcía de las carcajadas.
El pobre Manu se sintió avergonzado. Nunca antes se habían reído en su cara de esa manera y menos un dragón. Pensaba que todo había salido mal y ya estaba por irse…
Cuando se dio cuenta de que el bicho lloraba por el ataque de risa…
— ¡Lágrimas! Maravilloso. ¿Serán iguales a las lágrimas de pena?
— ¿Y si en lugar de curarse del resfrío el abuelo se convierte en hombre lobo? ¿Y encima de los estornudos hay que aguantarlo aullando los viernes de luna llena?
Sin embargo, no había tiempo para dudas. Manu tomó una decisión.
Rápidamente llenó el balde y corrió de vuelta a su casa, donde lo esperaba el abuelo entre ATCHIS Y ATCHUS.
El resultado fue excelente. Veinte tecitos de lágrimas de dragón y la alegría de saber que Manu había hecho todo lo posible por sanarlo sirvieron para curarse del resfrío.
Y volvió el abuelo por las noches a contar historias de piratas y aventuras de guerreros del espacio y cuentos de ogros comeniños. Y a preparar el chocolate por la mañana. Y por la tarde a jugar ajedrez en la plaza.
Ahora está muy bien, pero con un solo problemita; cuando bosteza tira fuego por la boca.

Y llena todo con olor a bigote quemado.

Ilustrador del día: Alberto Pez

ACLARACIÓN: Las biografías escritas a continuación no son las típicas que incluyen fecha de nacimiento, lugar, obras... estas biografías son como para los niños, para que ellos conozcan (a los niños poco les interesa cuántos premios ganó una persona, cuántos libros escribió). Estas biografías trataran de devolverle la vida de ser humano a quien mencionamos, nombrando sucesos de su vida de lo más normales pero que influyen para que hoy día sea quien es... 

 Alberto pez es un sobrenombre que se inventó para concursar en una editorial para lanzar un cuento, aunque no participó le quedó, en realidad se llama Luis Alberto Quiroga y es ilustrador, escritor, maestro, diseñador y productor de vestuario. Nació aca en Argentina, en una provincia que se llama San Luis, en el año 1963, hace como unos 50 y tantos años. Desde que era chiquito que le gustaba mucho dibujar y lo hacía todo el tiempo porque quería ser dibujante y vivir de eso, entonces tubo que practicar mucho. Mientras crecía, tambien estubo presente su abuelo que le narraba historias fantásticas. Hoy en día le gusta mucho leer y, por supuesto, que todavía anda con su cuaderno para todos lados, dibujando, por ejemplo cuando viaja en tren o en colectivo y va sentado va dibujando o leyendo. También fascinan los gatos, tanto, que tiene cuatro gatos en su casa y al mas gordo y grande de todos le puso de nombre Fillini.1 Pez ilustra libros escritos por otras personas en su mayoría, como por ejemplo 'A la luna en punto' y 'cuentos a salto de canguro' escritos por Elsa Bonnerman pero también ilustra libros escritos por el y sus amigos, por ejemplo el libro 'mimosauro' que escribió y dibujó el junto un amigo suyo llamado Roberto Cubillas y tambien tiene unos pocos libros escritos y dibujados por el solo por ejemplo 'tecito de lágrimas de dragón'.



Leer abre puertas, mundos, vidas paralelas, a nosotros mismos...

El ser humano comunica, necesita comunicarse desde que nace porque si no lo hace muere, porque si no lo hace no es humano. Necesita del otro y el otro necesita de el.
Las civilizaciones mas antiguas ya contaban con miles de historias narradas de boca en boca antes de la llegada del papel y el escrito, se reunían las tribus al rededor del fuego a narrar historias sobre los orígenes del mundo, de un animal, de una flor ¿por qué? porque necesitamos historias, todos somos una historia y vivimos rodeadas de ellas y amamos escucharlas y contarlas...
Necesitamos la literatura para que nos corrompa, nos abra los ojos y el alma, nos invada de preguntas, nos haga pensar por nosotros mismos, nos haga reflexionar... Los gobiernos de facto en nuestro país, el fascismo ¿qué vieron necesario hacer? quemar libros... ¡cientos de libros que hablan sobre la quema de libros!, disculpen la redundancia ¿por qué se quemaron los libros? por esta misma razón de ser que tienen, lo llevan a uno a encontrarse con uno mismo, a tener un pensamiento autónomo, y esto para alguien que quiere controlar debe ser destruido. 
En este blog se hablará sobre literatura, se compartirán algunas obras de literatura para adultos y mucho sobre literatura infantil, porque en este mundo la literatura infantil es tomada como libros con dibujitos que no dicen demasiado, como libros que tienen que educar a los niños, literatura didactica ¿es el niño menos lector, alguien con menos derechos que 'los adultos' para estar tratando de enseñarle algo utilizando la literatura? Si a usted mismo, que lee esto, hoy le dijera yo que debe leer una novela en la que la protagonista se casa con el hombre que sus padres desean y ella es feliz de este modo y su pareja también y que viven felizmente así sin más, no habría historia, y si yo le trajese un libro que le indique cómo debe comportarse, no hablar mal de los demás, no criticar, lavar los platos, mirar para abajo cuando otra persona hable... ¡NO! si yo le doy un libro que diga eso usted efectivamente no lo leería, lo dejaría que se haga polvo con el tiempo. Entonces, ¿por qué permitimos que los niños, nuestros niños, sean alejados así de algo tan bello como es leer? ¿quienes nos creemos? En este blog se compartirán obras de literatura para niños, literatura de calidad, autores e ilustradores de cuentos e información de encuentros artísticos para poder asistir con sus niños.
La literatura libera.